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El insultante argumento del adoctrinamiento

Ayer el grupo parlamentario de Ciudadanos en el Congreso de los Diputados presentó una moción con la que pretenden revolverse contra el supuesto adoctrinamiento en las escuelas catalanas. En ella, proponen que la Alta inspección de Educación del Estado —un órgano creado por el Estado Central en 1985 con el fin de garantizar la realización de la ordenación general del sistema educativo y de las enseñanzas curriculares mínimas fijadas por el Estado a las Comunidades Autónomas— dilucide la presencia de delitos de odio a menores en las escuelas y garantice la neutralidad ideológica y política de los centros educativos catalanes. La propuesta nace después de que en algunos colegios, al parecer, y tras el 1 de Octubre, algunos profesores hayan explicado a sus alumnos cómo la Guardia Civil estaría oprimiendo al pueblo catalán. La propuesta de Ciudadanos también se hacía eco de una denuncia que el sindicato AMES planteó en Mayo en un informe en el que se argumentaba la introducción de contenidos políticos contrarios a la Constitución en libros de quinto y sexto de primaria, y que reducía tanto los contenidos mínimos fijados por la Secretaría de Estado de Educación, que difícilmente los alumnos podrían adquirirlos.

Albert Rivera y Toni Cantó, encargado este último de presentar la moción de C's ayer.

En la práctica, la propuesta de Ciudadanos implica que la Alta inspección asuma las competencias que los inspectores regionales ya vienen realizando —ante la sospecha de no estar cumpliendo bien su trabajo—. Por ello, supone crear una inspección paralela a la actual, según el presidente de la Asociación de Inspectores en Catalunya.

El PP presentó un texto alternativo, con enmiendas que no fueron recogidas finalmente en la moción, en el que se preveía la ampliación de funciones de la Alta inspección para revisar currículos, libros de texto y los derechos linguïsticos de los alumnos. En el texto, se contemplaba ampliar la dotación de la fiscalía para perseguir los delitos de odio, pero no conferir el anonimato a los denunciantes, como deseaba Ciudadanos.

Finalmente, la moción de Ciudadanos ha recibido el apoyo de Unión del Pueblo Navarro y la abstención del PP, mientras que el resto de grupos parlamentarios han fijado su posición en contra, por lo que no ha conseguido salir adelante. El PSOE, a través de Luz Martínez Seijo, ha hablado de propuesta "sensacionalista e irresponsable", de la carencia de "datos y evidencias" que respalden las acusaciones que motivan la moción y de tratar de "convertir la Alta Inspección en una policía interna". Joan Mena, de Unidos Podemos, ha argumentado que quienes adoctrinan son "las escuelas del Opus que ustedes protegen con su abstención en los conciertos" y ha acusado al grupo parlamentario de Ciudadanos de venir al congreso con un bote de gasolina para incendiar Catalunya. No menos duros han sido Aitor Esteban y Sergi Miquel, de PNV y PDeCAT, al acusar a Cantó de "fundamentalista español" y de no tener "ni idea" de lo que ocurre en Catalunya, respectivamente.


Echar más leña al fuego.


Creo que todos condenamos los delitos de odio vengan de donde vengan (es decir, incluso si proceden de los nuestros), y más si se circunscriben a menores de edad, en presencia o no, además, de bullying y otros comportamientos destructivos de la integridad personal de los chavales. Creo que todas las instancias de la sociedad han de implicarse en el problema porque, en el caso del Bullying, hablamos de un problema transversal. Sencillamente, no podemos permanecer de la lado ante una cuestión tan grave. En ese sentido, creo que la dotación de más medios a la fiscalía, como propone el PP, es positiva para atajar este problema.

Sin embargo, la iniciativa de Ciudadanos no se limita a atajar estos comportamientos, sino a establecer una sospecha estructural sobre todo el sistema educativo. Cuando propone que sea la Alta Inspección, un organismo dependiente de la Secretaría de Educación y, por tanto, del Gobierno Central, la encargada de realizar una labor que ya está siendo realizada por inspectores dependientes de los gobiernos autonómicos, desliza la sospecha de existencia de una trama o comportamiento estructural tendente al adoctrinamiento con el beneplácito o el auspicio de las autoridades locales. Y como muy bien argumentó ayer la diputada del Partido Socialista, pese a haber casos de denuncias que deben ser investigados con la máxima urgencia, no existen pruebas ni evidencias de la existencia de ese componente estructural en el sistema educativo catalán ni, por extensión , en el del resto de Comunidades Autónomas. Por tanto, se puede concluir que la propuesta de Ciudadanos, además de oportunista, pretende echar más leña al fuego al hilo del conflicto político catalán.

Precipitación y falta de coherencia con el ordenamiento educativo.


La idea de un aparato existente en el sistema educativo catalán tendente al adoctrinamiento puede descomponerse en dos cuestiones. La primera es la idea de la existencia de un aparato estructural de opresión, acoso y expulsión del espacio social colectivo del que piensa o pertenece a sectores sociales que piensan diferente. Aunque estoy totalmente en contra de todos los casos en los que pueda haberse producido esta clase de hechos, sinceramente, creo que carecemos de respaldo empírico para hablar de un componente estructural. Esto no es la corrupción del PP, con sus tramas interrelacionadas a distintos niveles de la Administración y entre varias Comunidades Autonómicas. Son un puñado de denuncias aún no resueltas y que, aunque todo estaremos de acuerdo en que deben ser investigadas con la mayor seriedad, no constituyen de momento respaldo serio para la idea de una conspiración. Por esta razón, podemos decir que la propuesta es precipitada. 

Sin embargo, ésa solo sería una de las dos cuestiones en que puede descomponerse el adoctrinamiento. La segunda es la idea de que los contenidos curriculares mínimos exigidos por la Administración Central estarían siendo despedazados por una administración autonómica que estaría reconstruyendo esos contenidos bajo una agenda cuya principal finalidad sería la de crear ciudadanos nacionalistas, independentistas o ambas. Es la vieja idea del adoctrinamiento clásico que presupone que la exposición a ciertas ideas, influencias y, en definitiva, estímulos puede generar un molde al que los ciudadanos, en este caso los estudiantes, no pueden escapar de él. Es el viejo conductismo psicológico. Y sin embargo, no se sostiene. No se sostiene porque, como se argumentó con anterioridad, es la Alta Inspección de Educación del estado la que se encarga de revisar si los contenidos curriculares mínimos se respetan o no. Si esos comportamientos se estuviesen produciendo, sería ésta la primera interesada en denunciarlo.

Una cuestión más profunda, una cuestión de relato.


Más allá de este breve análisis, la moción de Ciudadanos responde a una cuestión más profunda: la de deslizar en el imaginario colectivo la sospecha de existencia de un adoctrinamiento a gran escala en Catalunya. Y la función de esta sospecha no sería otra que la de establecer un nexo causal entre ese adoctrinamiento y el auge del independentismo en esa comunidad autónoma. Esto es, aducir que el viraje progresivo que Catalunya está experimentando hacia posiciones independentistas es por culpa del sistema educativo catalán, que adoctrina a los chavales. Esta idea, que no solo es peligrosa por cuanto aviva las llamas del conflicto, pretende establecer los fundamentos de un relato alternativo al habitualmente manejado.

Cualquiera que vaya a las estadísticas, verá que el porcentaje de independentistas en Catalunya se mantuvo relativamente estable durante los más de 25 años que van de la promulgación del Estatut de 1979 al de 2006 en una horquilla que va del 5 al 15% del electorado. Y que, a partir de ahí, tras la impugnación del mismo por parte del PP, llevándolo primero al Congreso de los Diputados y después al tribunal Constitucional en 2010, ese porcentaje se dispara hacia los guarismos actuales en torno al 40%. Por ello, el relato habitualmente manejado habla de que la principal causa (no la única) del Independentismo es el cepillado del Estatut de 2006 en el Congreso de los Diputados y posteriormente en el tribunal Constitucional. Un Estatut que había aglutinado al 88% de los votantes catalanes. Esto es, que la causa del auge del independentismo en los últimos años es el ataque a la soberanía regional de los catalanes.

Tabla de resultados de la encuesta del Centro de Estudios y Opinión. Fuente: Wikipedia.

A este relato, Ciudadanos pretende oponer otro muy distinto. Un relato que habla de adoctrinamiento de niños en las escuelas y de un plan organizado para inocular independentismo en las nuevas generaciones de catalanes. Sorprendentemente, este relato ha recibido una calurosa aceptación en muchos sectores de la población española durante las últimas semanas y, en esa medida, ha alimentado una catalanofobia que si bien no es contra todos los catalanes, si va dirigida contra los catalanes independentistas. Es el nacionalismo español construyendo su propio relato sesgado que configura al adversario como un manipulador, y que es análogo al relato independentista cuando éste dibuja a España como una ladrona. El "los adoctrinan" frente al "ens roban". Tal para cual.


El argumento del hechizo de brujo.


Hay en esta táctica del nacionalismo español, sin duda, un intento por desacreditar por la vía rápida a un movimiento tan masivo como es el independentismo. Lo que se dice es que a los niños se los está adoctrinando en las escuelas y que de ahí es de donde procede la fuerza del movimiento. Lo que se hace, en último término, es argumentar por lo bajini la idea de que los catalanes independentistas no son plenamente conscientes de lo que hacen. Al estar siendo adoctrinados, es como si estuvieran sufriendo un proceso de enajenación que les priva del uso de sus facultades racionales. Esto despojaria de su legitimidad al movimiento pues la gente, sus votantes, al votar lo que votan, lo harían sin hacer uso de su voluntad, la cual estaría siendo secuestrada por agentes externos. En ese sentido, el argumento puede describirse de la siguiente manera peregrina: los grandes ideólogos del independentismo habrían aplicado un hechizo de brujo sobre la población catalana que le haría a ésta no ser responsable de sus actos ni decisiones. El independentismo no sería mayoritario (si es que lo es) porque la gente libremente así lo quisiese, sino por una ingeniería social pretendidamente calculada.


El independentismo excluido del debate de ideas.


Cuando en vez de abrazar un relato más objetivo y basado en datos, se dan estas razones para explicar el auge del independentismo, lo que se hace al mismo tiempo es dejar de usar argumentos económicos, sociológicos y emocionales para tratar de refutar ese mismo independentismo y el relato sesgado asociado a él. Y esto es terriblemente negligente. Mucho. Lo es porque se excluye al independentismo de la comunidad de ideas y del debate de ideas asociada a ella. Si todo es un embrujamiento, una irracionalidad manifiesta, ¿qué es lo que hay que debatir? Nada. En todo caso habrá que combatir las causas materiales de ese adoctrinamiento. Pero con esto, se traslada la batalla del terreno de las ideas al terreno de la fuerza. Y cuando ocurre esto, se podrá vencer pero jamás convencer.

La humillación inherente a este hecho.


¿Cuál es la consecuencia más importante de todo este planteamiento? Que se minusvalora al independentista como interlocutor racionalmente válido, esto es, se le humilla en términos discursivos. El independentista está equivocado en sus planteamientos no porque alguna de sus premisas sea incorrecta sino porque existiría una enmienda a la totalidad que desacreditase su discurso. Esto es terrible, porque le niega la voz en el debate de las ideas. Pero es nefasto porque trata a los miembros del independentismo como individuos menores de edad. Esto es, supone una humillación palmaria para todos aquellos catalanes independentistas. No solamente es vencer en vez de convencer. Es tratar de vencer por goleada, sin que haya ningún atisbo de duda. Por ello mismo, no puedo estar más de acuerdo con la idea de que traer al debate la sospecha de existencia de un plan de adoctrinamiento a gran escala en Catalunya es la conducta más incendiaria posible ahora mismo en el contexto del conflicto.

Intentos de adoctrinamiento hay en todas partes.


Más allá de los argumentos anteriormente expuestos, y que tratan de mostrar las consecuencias del relato que pretende extender Ciudadanos, hay una premisa mucho más básica que desmonta su relato: adoctrinamiento hay en todas partes. Y esto no es un intento de hacer gala de una equidistancia que trate de banalizar los intentos de adoctrinamiento, vengan de donde vengan, sino, al contrario, un intento de introducir ecuanimidad y un componente sereno y de sentido común en el debate.

Felipe VI analiza minuciosamente el trabajo de una de las ganadoras de la edición de 2015 del certamen "¿Qué es un rey para ti?"

El mayor sistema de adoctrinamiento que ha vivido el pueblo español en el último siglo fue el perpetrado con la educación franquista. La educación en el espíritu nacional, la adopción del catolicismo como religión de Estado, la supresión de la educación mixta... no ha habido en la historia reciente de este país nada tan adoctrinador como lo fue el franquismo. Y sin embargo, tan solo unos pocos años después del fallecimiento del caudillo, el pueblo español votó al PSOE para que llevara las riendas del país, un partido de corte socialista, federalista y aconfesional, al menos sobre el papel. Es cierto que el franquismo sociológico es una estructura social que se ha resistido a desaparecer de la sociedad española, pero este hecho no ha implicado que cambios en el plano de la política se produjeran. Por tanto, aplicación irrestricta del adoctrinamiento franquista trajo efectos contraproducentes desde la óptica de los que lo aplicaron: los franquistas no solo perdieron el poder, sino que lo perdieron rápidamente. La gente no estaba adoctrinada. La gente quería cambio. La gente ni fue idiota, ni lo es ahora...

¿Hay adoctrinamiento en el seno de la escuela o la sociedad catalana cuando se lleva a niños a manifestarse por un derecho al referéndum? No más del que hay cuando se lleva a otros niños a manifestaciones similares pero de signo contrario. ¿Es la escuela catalana una fábrica de independentistas? No más que la española una fábrica de monárquicos.

En cualquier caso, lo que no se puede hacer es institucionalizar una sospecha y establecer un estigma sobre toda la comunidad educativa, como pretende Ciudadanos. Porque si lo hiciéramos, deberíamos hacer idéntica institucionalización de la sospecha con todos los sistemas educativos existentes en el Estado. Y si lo hiciéramos, ¿quién evaluaría al evaluador? Esta aporía demuestra que, en último término, no hay mayor adoctrinamiento que el de aquel que esgrime el argumento del adoctrinamiento para colocarse a sí mismo en un plano superior al de su adversario dialéctico. Y en la medida en que con ello se erige a sí mismo como evaluador universal, tampoco hay nada más peligroso que ello.

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