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A las puertas de la DUI


Ayer fue un día de locos. Tras la noticia de que Puigdemont no iría al senado, la jornada del jueves amanecía con bruma en el horizonte. La posibilidad de un armisticio no quedaba descartada, pero a nadie se le escapaba que la negativa de Puigdemont a explicarse delante de los senadores alejaba la posibilidad de un acuerdo. Por ello, tal vez, los moderados dentro de JxS arreciaron esfuerzos. El despacho de Puigdemont fue un trasiego de idas y venidas, de reuniones con diputados de ERC, PDeCAT y CUP, juntos, por separado y, en ocasiones, también revueltos. Hasta Iceta, se cuenta, revoloteó por allí. El nerviosismo era patente y el intercambio de opiniones entre partidarios de la DUI y de la convocatoria electoral adelantada se hacía más intenso.
Fue entonces, en mitad de ese maremagnum, que el rumor saltaba a los medios y se convertía en noticia en torno a las doce de la mañana. El agreste enconamiento y el progresivo aumento de las hostilidades se resolvía con un evento inesperado: Puigdemont convocará elecciones autonómicas anticipadas, contaban las televisiones y las radios. El milagro se había producido, pero no sin costes. Jordi Cuminal anunciaba su dimisión por su compromiso con la Independencia. Además, las críticas de las CUP arreciaban a través de la redes sociales. Con el pasar de los minutos se filtraban más detalles: el 20 de Diciembre, miércoles, sería la fecha escogida, atípica a todas luces. Y aún había más: para las 13:30 había prevista una comparecencia oficial donde el president Puigdemont explicaría detalles y razones. 

La galería gótica de la Generalitat, lugar tradicional de esta clase de comparecencias institucionales, fue llenándose de periodistas. Sin embargo, el reloj marcó la hora prefijada y el president no estaba ahí. Empezaban los retrasos y los ánimos se enfriaban. Corrían los minutos y a eso de las dos menos cuarto se anunciaba que la nueva hora para la comparecencia serían las 14:30. Pero avanzó el tiempo y el president no se presentó tampoco entonces. Entonces, se anunció: a las 17:00 sería la comparecencia. Y con el discurrir de los minutos, se acompañó de un rumor: no habría convocatoria electoral. Raro, raro.

Puigdemont esta vez sí llegó a la hora y confirmó el rumor: no habría comicios autonómicos. Explicó también los esfuerzos realizados en las últimas fechas para establecer un cauce sólido de diálogo con el Gobierno y, lo más importante, que la causa de la inexistencia de acuerdo para convocar elecciones fue la ausencia de garantías dadas. La palabra clave ahí era "garantías". ¿Qué clase de garantías? ¿De qué demonios estaba hablando Puigdemont? 

No se negocia con golpistas.


A lo largo de la tarde-noche se fue filtrando que las garantías de las que hablaba Puigdemont hacían referencia a tres condiciones que el President habría puesto sobre la mesa para aceptar convocar elecciones. Serían la suspensión de la aplicación de la DUI, la excarcelación de los Jordis y la amnistía para el Govern. Se desconoce si la causa del fracaso de las negociaciones fue la negativa a aceptar una, varias o todas estas condiciones, y cuál fue la postura de ambos gobiernos respecto a ello. Pero el curso de los acontecimientos indica que algún principio de acuerdo debió producirse que luego no se debió de respetar.

En mi opinión, y siguiendo las tesis socialistas en esta cuestión, creo que una vuelta a la legalidad convocando elecciones autonómicas sería suficiente para suspender la aplicación del 155. Recordemos que la finalidad de la aplicación de ese 155 es, precisamente, la vuelta a la legalidad mediante la convocatoria electoral. De modo que si esas elecciones fuesen convocadas por el actual Govern, no habría lugar para la aplicación del 155. Recordemos también que el 155 no está para impartir justicia. La deshabilitación que traería consigo para los miembros del Govern vendría del ejecutivo de Rajoy, y no del poder judicial. En ese sentido supondría una anomalía democrática en toda regla, a evitar excepto en caso de máxima necesidad. Y un escenario de convocatoria anticipada por parte del Govern no sería ese escenario. La violación de la separación de poderes debería a ser una premisa a evitar en todo momento excepto si no quedase otro remedio.

Sentando estas bases, creo que el objetivo fundamental del Govern, mantener la autonomía, se podría haber concedido. A partir de ahí, la liberación de los Jordis sería un objetivo que podría cumplirse parcialmente: su causa seguiría por la vía judicial, es decir, su juicio seguiría adelante. Pero podrían salir del régimen de prisión preventiva en el que se encuentran, dado que con la vuelta a la legalidad, no habría riesgo de reincidencia. Y el argumento de la posible destrucción de pruebas para mantener esa prisión, dada por la juez para solicitar la prisión preventiva, ¿es en serio en un país en el que no se ha aplicado para los casos de Rato, Urdangarín y en el que al PP le han pillado con el carrito de los helados con la destrucción de los discos duros? Seamos serios o, al menos, mantengamos un mínimo principio de coherencia...

Por estas razones creo que el ejecutivo podría haber concedido la suspensión del 155 y la liberación de los Jordis a medias, es decir, podría haber concedido la mitad de los objetivos pedidos por Puigdemont. No creo que pudiese haber concedido la amnistía o impunidad para el Govern y los Jordis. Poder, podrían, pero eso sí supondría una rendición para los "golpistas", siguiendo su propia lógica, y la de la caverna que tiene detrás. En cualquier caso, repito, se desconocen las razones cristalinas de la ruptura de las negociaciones. Aunque está claro que en algún momento en Moncloa debió pronunciarse  un "¡no se negocia con golpistas!" El errático curso de los acontecimientos así parece mostrarlo.

Luchas intestinas en el Govern.


O tal vez no. Porque en mi opinión ha habido otra causa detonante de la ruptura de las negociaciones, y son las guerras intestinas en el seno de JxS. JxS, recordemos, en tanto que coalición electoral frágil compuesta por ERC y PDeCAT, aúna sensibilidades muy distintas donde su único nexo de unión es la consecución de la Independencia. No obstante, es una coalición que en caso de haber convocatoria de elecciones por lo civil o lo criminal, por lo autonómico o lo constituyente, no se reeditará. Si las elecciones fueran constituyentes, la razón sería clara: porque tendrían proyectos distintos para una futura Constitución catalana. En caso de que fueran autonómicas catalanas, porque a ERC no le interesaría. Las perspectivas electorales para ERC según los últimos sondeos publicados por medios no independentistas le dan una fuerza de unos 50-55 escaños. Unas futuras elecciones pondrían a ERC al mando de la Generalitat. Por primera vez. Por esta razón, hay que leer el siguiente subtexto en la situación, que tiene la forma de paradoja: aunque ERC hayan sido razonablemente coherentes en la defensa de la DUI, y se les perciba como más partidarios de ella que a PDeCAT, es precisamente esa percepción del electorado la que condiciona que sus expectativas electorales sean muy positivas, de lo que se colige que unas elecciones autonómicas también les vendrían muy bien.

Imaginemos ayer la Generalitat, con un Puigdemont con buenas razones para convocar elecciones ante una hipotética suspensión del 155. Esa suspensión le haría acreedor de los beneficios derivados de la conservación de la autonomía. Pero también le haría responsable entre los independentistas más duros de los costes en términos de fracaso del procés. Imaginemos que Puigdemont dijese a su Govern: "muy bien, saldré a comunicar ante la prensa que vamos a autonómicas, pero lo haré con vosotros respaldándome y saliendo en la foto. Y eso va también por los consellers de ERC". ¿Le convendría eso a ERC?

En absoluto. Para ERC, en tanto que defensores de la hoja de ruta independentista, supondría una quiebra importante en su discurso, ya que dejarían de ser percibidos como el partido por la independencia y republicano que siempre han sido para ser asimilados al independentismo moderado y pragmático de PDeCAT. En ese sentido, lo que le interesaría a Junqueras sería que Puigdemont cargara con todos los costes, mantener su discurso coherente y presentarse a las elecciones autonómicas con la hoja de servicios limpia. Todo ventajas para él.

¿Y si en el último momento fue Puigdemont el que se revolvió contra su propio bloque y frente a un acuerdo de mínimos con el Gobierno central, dijo "hasta aquí hemos llegado? No lo descarten. No tenemos pruebas de algo así, pero si algo nos ha enseñado la crisis catalana es que tanto C's como ERC son especialistas en pescar en río revuelto, en acaparar los éxitos cuando se producen y en escudarse detrás del PP y PDeCAT, respectivamente, cuando se trata de asumir los costes. Quizá la negativa de ERC a salir en la foto de una posible convocatoria electoral sea la razón de que la vía de las elecciones autonómicas haya quedado descartada. Yo no la descartaría.


El Senado y el Parlament, cada uno a lo suyo.


El resto de la jornada mantuvo un guión, ya por fin, previsible. En el Senado se siguió con la pantomima de la aprobación del 155, y fueron admitidas a trámite algunas alegaciones del PSOE tendentes a la no aplicación del artículo para tomar el control de los mossos y TV3, pero el debate fue inexistente dado que, de antemano, se sabía cuál será el resultado de la votación de mañana.

En el Parlament, a partir de las 18:00, se representó idéntica ópera bufa. Cada uno de los grupos parlamentarios esgrimió sus razones para defender sus diferentes posiciones en relación a la aplicación del artículo 155. El debate fue inexistente dado que Puigdemont no quiso contestar a los grupos adversarios en la cámara. Fue dejada para hoy, como en el congreso, la votación de una más que presumible DUI, aunque lo cierto es que aún no se sabe qué es lo que se va a votar.

En este sentido, a lo largo de la noche se produjo la dimisión del conseller de Empresa, Santi Vila, en un claro signo de que el bando moderado dentro de JxS y partidario de una convocatoria electoral autonómica se da por derrotado. A su vez, diversos miembros de JxS y ERC fueron interpelados por los periodistas a la salida del Parlament. Ante la pregunta de si votarían mañana la DUI en la cámara no quisieron contestar, y en el caso de Benet Salellas de la CUP, la razón esgrimida fue porque temían unaa posible intervención policial si comunicaban sus intenciones. Mal asunto.

Llegados hasta aquí, parece ser que las cartas están echadas, y que sea cuál sea el curso de los acontecimientos que están por venir, ya está escrito. Parece que tanto la DUI como la aprobación y posterior aplicación del 155 son ya imparables. O tal vez no. Aún hay discrepancias internas en el seno de la bloque independentista y no es descartable que miembros de la coalición voten que no ante una posible DUI. El Parlament cuenta con 135 escaños, y el bloque independentista suma 72. Serían necesarias, por ello, cinco abstenciones o votos en contra. No parece tan difícil, a priori. Es por eso que esta historia aún no ha acabado. Permanezcan atentos a sus fuentes de información preferidas. Va a haber madeja que cortar.

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